En
fecha tan temprana como 1.829, el comerciante gaditano José
Díaz Imbrechts solicitó
licencia real para construir "un
carril de hierro desde Jerez al Portal, o muelle sobre el río
Guadalete (siete mil varas) con privilegio exclusivo por
ciento años". Si esa obra
se hubiera ejecutado tal como se planteó, España habría
sido uno de los primeros países en los que hubiera circulado
un tren.
Pero
no habría sido, lógicamente, un tren español, como tampoco
lo fue el que se inauguró entre Barcelona y Mataró en 1.848.
En este caso, la concesión había sido solicitada en 1.843
por el comerciante catalán José
María Roca, que disponía de
oficinas comerciales en Londres. De hecho, todo
en ese tren sería inglés, incluyendo al ingeniero del
proyecto, Mr.Locke, y los maquinistas.
El
ferrocarril Barcelona - Mataró tenía el ancho
de vía internacional, esto es,
1,44 metros, a
pesar de que en 1.844 ya había decretado el gobierno el ancho
de vía español en 1,67 metros, 6 pies castellanos.
La
solicitud de Roca
en 1.843 fue seguida de muchas otras, incluyendo la de Pedro
de Lara en 1.844, para la línea
Madrid-Aranjuez, inaugurada en 1.852.
En
este caso, aunque el material había sido también importado
del Reino Unido y ensamblado aquí, los
ingenieros que se encargaron de la tracción, e incluso de
conducir el tren en su viaje inaugural, fueron españoles:
el maquinista jefe fue el propio Cipriano
Segundo Montesino, acompañado
por dos de sus discípulos: Miranda
y Castro Franganillo.